Según el Anteproyecto de ley de protección de datos personales, del Ministerio de Economía, cambiaría el enfoque actual de la Ley 19.628. ¿El legislador aprovechará esta nueva oportunidad?
1. Una oportunidad para correr riesgos
Hay veces en la vida en que surgen oportunidades de cambio que ponen a prueba tanto nuestro coraje como nuestra prudencia. A mí me pasó cuando renuncié a un cargo de planta en la Contraloría General para ir a otros desafíos laborales con mucho más riesgo e inestabilidad. Y creo que acerté, ya que estoy contento. Vi el momento de un cambio y lo tomé.
Me acordé de esto porque al revisar el anteproyecto de ley de protección de datos del Ministerio de Economía, noté inmediatamente que se quiere correr uno de esos riesgos –sanos, por cierto- y cambiar una legislación que tiene casi 15 años.
Pero, ¡bienvenido sea el cambio! Nos merecemos algo mejor.
2. El objeto de la Ley: un nuevo enfoque
El Anteproyecto parte estableciendo el siguiente objeto:
“La presente ley tiene por objeto garantizar el derecho de las personas naturales de proteger y controlar la obtención, tenencia, tratamiento, uso y transmisión los datos personales que le conciernan, de modo de lograr un adecuado resguardo de los derechos que artículo 19º de la Constitución Política asegura a todas las personas.”.
La actual Ley de Protección de Datos (Ley 19.628) parte reconociendo el derecho de todos nosotros al tratamiento de datos personales, es decir, a que cualquier persona pueda usar nuestros datos, si lo hace de acuerdo a esa ley.
En principio, esto no está mal, si la ley fuera suficientemente equilibrada para evitar abusos de quienes ejercer ese derecho a usar datos de otros.
Sin embargo, como estos años han demostrado que la balanza está inclinada solo hacia un lado -que no es precisamente el de nosotros, los titulares de datos personales-, el anteproyecto cambia la perspectiva. Bajo una nueva ley se pondrá el centro en la garantía de derechos fundamentales de los titulares de datos personales, frente al tratamiento que terceros hagan con la información que le concierne a aquéllos. (Que bien se lee, al menos…).
Nunca me he sentido un “talibán” de la protección de datos y, por eso, no creo que la solución sea dar una vuelta en 180°, restringiendo al máximo los flujos de datos personales. Mal que mal, vivimos en una sociedad de la información que se nutre del tratamiento de datos. Si no fuera por ellos, ¿cómo se tomarían riesgos financieros; cómo se diseñarían políticas públicas; cómo se recibirían servicios personalizados, entre otros ejemplos?
Creo que las leyes de protección de datos tienen que buscar un justo medio o, lo que denomino como un “equilibrio dinámico de intereses contrapuestos”, es decir, permitir el tratamiento, pero limitándolo claramente para que no se conculquen derechos del titular. Así, existirán casos en que será legítimo mantener reservados ciertos datos personales y, en otros, lo será el comunicarlos a terceros.
Por esa razón, en gran medida ese equilibrio se puede establecer en Chile fortaleciendo los intereses del más débil hasta ahora, es decir, el titular, reconociéndole una protección más eficaz.
De este modo, me parece positivo el enfoque que busca dar el anteproyecto. Es más claro para entender que esta ley actúa como una garantía para el libre ejercicio de derechos fundamentales del titular y, en tal sentido, su interpretación e implementación debería ser siempre pro homine, es decir, a favor del respeto de las personas.
3. Aspectos a mejorar del artículo propuesto
Creo interpretar que lo que quiere establecer el Anteproyecto como objeto de la ley es la garantía del derecho de proteger y controlar el tratamiento de datos que conciernen a una persona natural. Además, que este derecho tendría un fin último, para el cual esta ley será un instrumento, que consiste en lograr un adecuado resguardo de los derechos que el artículo 19° de la Constitución asegura a todas las personas.
Sin embargo, la redacción no es muy precisa y debe mejorar.