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  • Rodolfo Herrera Bravo

¿Cómo masificar el uso de firmas electrónicas seguras en Chile? (Parte III)


(Opinión publicada en septiembre de 2013)
La oferta de firmas electrónicas que permiten identidad digital segura en Chile es solo para unos pocos, por eso las firmas manuscritas biométricas pueden ser una alternativa real de uso masivo y a costo ínfimo para las personas.
A menudo escucho hablar de desarrollo tecnológico a tecnófilos que se deslumbran con los dispositivos, los programas y las posibilidades que ofrecen, y no niego que muchas veces es tentador quedarse ahí. Sin embargo, desde que comencé a enseñar estos temas, creo fundamental ir un poco más allá y ver la posibilidad real de uso y beneficio para las personas.
En el caso de las firmas electrónicas el punto no es defender o criticar estándares técnicos, no es un debate sobre PKI, ETSI, ISO, FIPS, ITU u otras siglas parecidas. El problema que veo es que cuando se usan firmas electrónicas masivamente, no garantizan niveles de confianza para actos y documentos importantes. En cambio, cuando se adhiere a modelos seguros, las firmas son accesibles únicamente para una minoría.
Reconozco que para algunos esto puede no ser un problema importante, ya que las empresas pueden acceder a la oferta de firmas electrónicas avanzadas. Pero no comparto esa visión elitista de la tecnología. Por el contrario, me pregunto: ¿acaso no será un problema que pasa por superar brechas digitales y, por ende, no basta con soluciones para grupos reducidos de la población?
No he pretendido criticar a las empresas certificadoras o a la entidad acreditadora de firma avanzada, ni tampoco mi idea es promocionar la firma manuscrita biométrica de una empresa. En realidad estoy convencido de que necesitamos más alternativas en el mercado, idealmente que proporcionen identificación digital confiable, capaz de ser utilizada de forma simple y a costo ínfimo por un amplio número de personas, en actos y contratos importantes, frecuentes y masivos.

Hay alternativas: Bienvenida, firma manuscrita biométrica

Hace más de una década el legislador creía que el único estándar seguro era la firma electrónica avanzada, ya que consideraba que las firmas biométricas aún eran muy costosas y experimentales. Obviamente no es la realidad que vivimos hoy. Sin embargo, el mercado y las autoridades siguen poniendo todas sus fichas en la firma avanzada como sinónimo de seguridad.

Lamentablemente me temo que esa postura podría poner obstáculos infundados para que ingresen al mercado chileno otros tipos de firma, si no se ajustan al concepto legal de firma electrónica avanzada.

Por ejemplo, actualmente hay empresas que quieren ofrecer en Chile la firma manuscrita biométrica. Es un interesante modelo que reúne la simplicidad de firmar de puño y letra, con la sofisticación de la biometría, es decir, de basar su seguridad en características de la persona que firma más que de la imagen que dibuja, como la presión que ejerce, la inclinación del lápiz, la aceleración, la velocidad y muchas otras.

Pese a que la ley le reconoce valor, temo que surja un lobby en su contra -perjudicial para todos-, ya que es capaz de ofrecer un alto grado de seguridad técnica sin necesidad de ser firma avanzada o de utilizar certificados electrónicos de terceros.

Ventajas de uso de la firma manuscrita biométrica

Firmar es simple y cómodo para las personas. Se firma de la misma manera en que se ha hecho hasta ahora en el mundo del papel, es decir, estampando una rúbrica de puño y letra del signatario sobre un documento. No es necesario portar dispositivos especiales como e-token, tarjetas o adjuntar certificados.

Deja de ser elitista, porque hay soluciones costo cero para el usuario que firma. La inversión la realizan las empresas que quieren reducir sus costos en documentación, masificando el uso de documentos electrónicos. Esas empresas adquieren un software y los dispositivos necesarios, no la “señora Juanita”, quien solamente procede a firmar sobre el pad que le proporcionen en su momento.

Técnicamente constituye un sistema más seguro que el que se garantiza con las firmas avanzadas que utilizan criptografía asimétrica o de clave pública. En efecto, desde el momento en que no se utilizan e-token y la firma deja de generarla el sistema en vez de la persona, hay menos riesgos de suplantación.

¿Por qué son seguras?

Permiten identificar. Obvio, porque es igual al sistema de firmas hológrafas, arraigado en la sociedad (“Tranquilos grafólogos, nada ha cambiado”).

Permiten autenticar a quien firma. Se puede utilizar para evitar suplantaciones y accesos no autorizados. (“¿No más passwords? Es posible”).

Impiden repudiar la firma. La persona no puede desconocer que firmó, porque no se analiza un dibujo, sino sus características personales (qué presión ejerce, cómo inclina el lápiz, qué velocidad suele aplicar, en qué momentos acelera el trazo, etc.). (“Perdón… ahora recuerdo, si firmé”).

Garantizan integridad del contenido del documento. Luego de firmar se genera una imagen del contenido del documento y cualquier modificación posterior es advertida. Protege contra la alteración no autorizada de documentos.

No se reutilizan. La firma se genera en cada documento que se firma, no se puede copiar y pegar en otros.

Son prácticamente infalsificables. Pueden copiar mi rúbrica, ¿pero pueden copiar mis características biométricas? Por ahora, no se me ocurre cómo.

A modo de conclusión

Las firmas manuscritas biométricas son altamente seguras para la identificación digital en Chile, junto con ofrecer la simpleza y comodidad apropiada para su asimilación cultural rápida y masiva.

Gracias a tipos de firma como éste, quienes lo utilicen se encuentran en mucho mejor pie para luchar contra fraudes basados en suplantaciones y alteraciones de documentos.

No hay un escollo legal, ya que claramente se les reconoce amplia validez jurídica. Por eso, el que sea una realidad en Chile depende del interés que despierte en la demanda y, por supuesto, de que las autoridades no cierren el mercado nacional a estas firmas, a cambio de favorecer con exclusividad el modelo de firmas electrónicas avanzadas.

La Ley 19.799 ya tiene 11 años de vigencia, ¿no es tiempo ya de utilizar en serio las firmas electrónicas en Chile y de impulsar su uso masivo y seguro? Ojalá no esperemos hasta que cumpla su mayoría de edad para hacerlo.

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